LA GUERRA: el factor contaminante oculto

MASTER EN DERECHO MEDIOAMBIENTAL Y SOSTENIBILIDAD. UNIVERSIDAD DE CASTILLA LA MANCHA. EDICIÓN 2016-2017.

“En memoria de Aylan Kurdi, y la diaspora hija de la tragedia del Siglo XXI  llamada Primavera Arabe”.
La autora.

INDICE.

1.- INTRODUCCIÓN
2. OBJETIVO DE LA INVESTIGACIÓN
3. – LA GUERRA COMO FACTOR CONTAMINANTE
4. LAS FORMAS DE LA GUERRA

a) La guerra narco: el asentamiento de “narco industria”. 

b) La tiranía del mercado; la producción agrícola alineada exclusivamente con la demanda. Ausencia de programas productivos racionales 
5. ESCENARIOS CONTAMINADOS POR ACCIONES DE LA GUERRA

 EN SUS DISTINTAS MODALIDADES 

a) Las aguas 

b) La atmósfera 

c) Los suelos 

d) Consecuencias afines a los tres escenarios  

6. LA PRECARIEDAD DEL DESARROLLO SOSTENIBLE

 – LA REDEFINICIÓN DE MEDIO AMBIENTE EN LA CUMBRE DE

 RIO +20

7.CONCLUSIONES

BIBLIOGRAFÍA

1. INTRODUCCIÓN.

Hemos recibido abundante y valiosa información a lo largo de las asignaturas que componen esta maestría, estudiando específicamente el plexo normativo ambiental dictado por los organismos de la Unión Europea y su correspondiente réplica en España, plasmada a través de los distintos estamentos locales.

Mucha de esa normativa, ha sido traspolada a legislaciones como las de mi país, la República Argentina; a guisa de ejemplo, hemos convertido en letra propia el Convenio de Basilea mediante la ley 23.922 que por imperio del artículo 31 de la nuestra Constitución ostenta rango de norma superior.

El derrotero educativo nos llevó por las fuentes del Derecho Medioambiental, sus definiciones, su recepción en las Constituciones, su proyección en las diversas jurisdicciones.

Hemos indagado en relación a la contaminación en sus distintos escenarios; la atmósfera, el suelo y las aguas; éstas últimas continentales y marítimas, en sentido conteste analizamos la injerencia del dominio público respecto del dominio privado de los bienes ambientales.

Recorrimos todos los ámbitos del planeta a través del carril de las actividades lícitas que han sido contempladas por el Derecho Medioambiental; a la sazón, el trabajo y la industria como principales escenarios de regulación.

Ahora bien, al momento de tomar distancia de la frialdad de los digestos normativos de cualquier índole y al acercarnos al mundo real, tan solo en la sala de casa y frente a los noticieros de la noche, la inteligencia barrunta frente a los sentimientos precariedad que pueden brindarnos estas normas respecto de situaciones concretas que, ajenas a la regulación, lesionan como ninguna de las actividades reguladas, los bienes ambientales del planeta.

Desde 2011 he sido diaria espectadora de los acontecimientos iniciados en Homs, Siria, en lo que románticamente se dio en llamar “la primavera árabe” y que hoy podría definirse, como el infierno del hemisferio norte. Ello por la “inmisión” si se me permite utilizar este término, de este conflicto en toda Europa a raíz de los luctuosos acontecimientos de público y notorio.

No puedo menos que preguntarme todo el tiempo, más allá de la tragedia humana que es la protagonista antes de cualquier otra abstracción intelectual, cuánta capacidad de biodegradación ambiental podrá soportar Europa y Oriente Medio y en forma mediata el resto del planeta, en este episodio bélico que ya lleva siete años.

Me preocupa sobremanera cuánta contaminación podrán soportar los suelos después de haber sufrido bombardeos y ataques con armas químicas. Me interrogo sobre las posibilidades y tiempos de ejecutar una remediación. En ese instante reparo en los acuíferos subterráneos, en los ríos y arroyos, y dudo de la posibilidad de recomposición a corto y mediano plazo de esas aguas, que antes de las acciones bélicas eran potables.

Como sello de la alteración culminante del medioambiente derivada de este puntual conflicto bélico, destaco el asentamiento de los campos de refugiados. Sin poner el acento en el reproche moral que me provoca, cual réplica inexorable de los campos de concentración, me pregunto qué legislación se impone a la hora de disponer los residuos sólidos, de determinar la calidad de potabilidad de las aguas, de disponer de los desechos humanos y de dar adecuado tratamiento a los residuos patogénicos y patológicos.

Siguiendo la misma línea de pensamiento, y dentro de lo que respecta a Latinoamérica, advierto el mismo efecto nefasto originado también por acciones bélicas; éstas más sofisticadas como el narcotráfico y las directivas de la economía que lastran con todo el patrimonio ambiental bajo las coordenadas del tan pontificado “crecimiento” sin ninguna calidad de “sostenible”.

En este marco de abstracción no puedo menos que ponderar la legislación ambiental de la Unión Europea y como hito fundacional la Declaración de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente Humano de Estocolmo, celebrada del 5 al 16 de junio de 1972; su proyección hacia otras latitudes que dio como fruto las distintas Cumbres hasta la de Marraquech el 7 de noviembre del año pasado y su principal preocupación sobre el Cambio Climático.  A la luz de los acontecimientos debo adelantar, que, a mi criterio, estos intentos se dibujan en el escenario jurídico cual colador de enormes orificios, incapaz de atrapar las acciones más perjudiciales contra el medioambiente que en honor a estas formas de guerra nos acechan en estos días.

Para la comprensión de este análisis, se partirá de la legislación ambiental vigente, y se establecerá un comparativo con las acciones concretas de la guerra. Basada en ellas y servida de los estudios técnicos prexistentes que se incorporan a este trabajo, pretendo establecer cómo las mismas eluden la protección ambiental en forma flagrante y nos dejan frente a un Derecho Medioambiental endeble e ineficaz; ello, mientras la guerra en sus distintas versiones sostenga la viabilidad y legitimidad que le permite arrasar con esta disciplina.

2. OBJETIVO DE LA INVESTIGACIÓN.

Este trabajo no pretende elevar un reproche a la guerra como herramienta económica y política, ya que parte de la premisa que, por razones humanitarias todos estamos en desacuerdo con los conflictos armados o de la índole que fueren; este análisis intentará abordar la mirada sobre lo que ocurre en detrimento del medio ambiente cuando se ejecutan las acciones bélicas. Pretende evidenciar el estándar diferenciado respecto de las áreas reguladas como el trabajo y las distintas actividades humanas, y aquellas como éstas, que atraviesan cualquier intento de cuidar el planeta. Ello so pena de, al enorgullecernos de nuestros hasta ahora insuficientes intentos colmados de buenas intenciones, resultemos legítimos derechohabientes de una medioambiental victoria pírrica.

Es una pequeña mirada, ya que el fenómeno elegido es pretensioso y abordarlo en su totalidad sería una tarea mesiánica.

Este análisis refiere a lo que ocurre y respecto de lo cual no se ha proporcionado respuesta jurídica; sobre lo que acontece de modo irreversible a través de los años, nos perjudica y aún sigue en el desván de lo que no se mira.

Tal vez porque poner las manos en las cosas del desván nos ensucia, nos expone a nuestras realidades desagradables y a nuestras miserias; no hacerlo nos condena a convivir con ellas hasta que un día esas mismas miserias irresolutas alcancen suficiente entidad como para terminar con nosotros.

El fin de este estudio persigue evidenciar en forma objetiva, la desigualdad normativa existente en materia medioambiental regulada, respecto de aquellas acciones que, amparadas en dudosas bondades colectivas, como mascarón de proa de pretensiones corporativas, irrogan perjuicios irreductibles a todos los estamentos de naturaleza.

Propone, bajo el estudio de los datos científicos aportados, exponer la endeblez del Derecho Medioambiental y por tanto a pesar de su buena voluntad la su ineficacia al menos por el momento, como herramienta para morigerar la degradación del medioambiente.

3. LA GUERRA COMO FACTOR CONTAMINANTE.

Las acciones de la guerra se despliegan desde los albores de la humanidad por tierra y por agua; el siglo pasado, ha inaugurado el espacio aéreo como teatro de operaciones.  Aún conscientes   de la necesidad de sostener el equilibrio del planeta, hemos desarrollado una especie de civilización de babuinos, primates que no logran mantenerse erguidos pero avezados en el arte de la mentira, a la que le hemos dado el nivel de deidad y preponderancia por sobre nuestras necesidades reales; he aquí donde esa ficción se erige en la construcción de una pléyade normativa en la que no se refleja la situación concreta que nos acecha a diario.

He estudiado en este curso, a través de las distintas asignaturas, las respectivas regulaciones en orden a propender al cuidado del ambiente en forma preventiva.

Estas normas, tanto de la Unión Europea como de España misma, se circunscriben en forma constante al ámbito de aquello que es fácilmente visible. Se regula sobre toda actividad que se relacione con la generación de empleo legítimo.

Como en todo ordenamiento jurídico, resulta entonces fácil establecer parámetros sobre lo que se percibe en forma sencilla, y especialmente sobre los sujetos de derecho que, hallándose “a derecho”, son siempre los mismos objetos regulación, recaudación y en su caso de punición.

Ahora bien, la actividad bélica, es otra de las tantas actividades debidamente reguladas en todas las Constituciones del mundo.

En Occidente, solo justificada por motivos de defensa; aun así, esto no habilita en modo alguno que el hecho de la “agresión” que justifique un ataque de índole devolutiva, sea siempre precario, laxo y a veces rayano en una excusa en la que se expone la arbitrariedad de la feroz respuesta.

Así hemos visto cómo, con el noble propósito de democratizar países y liberarlos de un tirano, se ha procedido a bombardear, matar, dispersar armas químicas y destruir edificaciones incluyendo en estas patrimonio histórico-arqueológico.

Algo tan irrisorio como suministrarle a un paciente un remedio que, para terminar con su resfrío, disponga la misma muerte.

A la hora de emprender una guerra, todos los aspectos del medio ambiente se encuentran indefectiblemente condenados a su degradación.

La atmósfera, los suelos, las aguas, la fauna, la flora, el hombre. Tal vez uno de los propósitos de este trabajo, a 45 años de Estocolmo, sea reubicar la definición de ambiente, en un estándar que nos sincere y nos conmine a insuflarle realidad y vida, a un derecho que en sus albores aun, se expresa con rimbombancias y se ejecuta como letra muerta.

José Ortega y Gasset, luego de un pormenorizado estudio respecto del comportamiento de mis compatriotas nos definió magistralmente con una frase de cuatro palabras: “argentinos, a las cosas”.

Este trabajo pretende partir de estar utopía ambiental, reconocerla como tal, identificar lo insuficiente y generar cada vez más interrogantes para acercarnos al zenit de lo necesario y lo posible; tal vez sin estridencias, pero sí vacíos de arrogancia.

Quizás, la consumación más trascendente del conocimiento se presente en la noción de la ignorancia, en la contemplación del error, en la evidencia de la ineficacia.

Esta tarea dejará más preguntas que certezas en el lector, y si lo logra, me encontraré satisfecha porque el reconocimiento de los problemas, la mirada de lo irresoluto es el punto de partida de un ordenamiento jurídico eficiente.

4. LAS FORMAS DE LA GUERRA.

Una de las obras más estudiadas, en las carreras de economía, ciencias políticas y academias militares dice en relación con la guerra: “La peor política es atacar las ciudades. Ataca las ciudades sólo cuando no quede otra alternativa”.[1]

Al menos así se estimaba alrededor del año 500 antes de la era cristiana.

En esos tiempos, la decisión de la guerra respondía a acciones de tipo de defensivo, o bien subsumía el objetivo de emprender la conquista de otros territorios y civilizaciones en pos de un bienestar económico del cual se carecía.

En las guerras que nos han convocado como actores o espectadores después de la Segunda Guerra Mundial, el objetivo fue siempre económico, aunque político.[2]

Sin duda que la guerra en el Siglo XXI, es una de las fuentes de trabajo más eficiente. Sostenida en la industria lícita, su implementación, garantiza cuantiosas ganancias exentas de tributación como así también ocupación laboral plena; como contrapartida a toda esta suerte de ingeniería económica los efectos en el medioambiente siquiera   pueden ser avizorados.

Ahora bien, al hablar de guerra, no sólo debemos poner el acento en los conflictos bélicos en sentido lato, el que corresponde a las acciones militares emprendidas luego de decisiones emanadas de las distintas Instituciones.

Existen otras formas de guerra con menor estridencia mediática pero productoras de idéntico daño; estas se despliegan en otras partes del planeta.

a) La guerra narco: el asentamiento de “narco industria”

Desde México hasta mi país, la República Argentina, la plantación, tráfico y comercialización de estupefacientes ha generado el establecimiento de microeconomías en su entorno.

Microeconomías familiares que utilizan precursores químicos altamente contaminantes a la hora de reducir la pasta base de cocaína, a guisa de ejemplo.

Los mismos suelos hallan su degradación en estos cultivos tornándose estériles por años hasta poder degradar los fitosanitarios que se utilizan para en este tipo de plantaciones.

Finalmente, el sostén “para institucional” de este tipo de guerra, se sirve de las mismas armas fabricadas legalmente, y produce en definitiva la misma cantidad de muertes.

La comercialización clandestina de “pasta basa de cocaína”, comúnmente llamada “paco”, último residuo del producto de las cocinas clandestinas, es distribuido a bajo costo a las poblaciones marginales erigiéndose como una verdadera “droga de exterminio”. El nivel de daño cerebral irreversible y la alta tasa de muerte en los consumidores resulta similar a la que sufren las poblaciones en las zonas afectadas por un conflicto bélico armado.

b) La tiranía del mercado; la producción agropecuaria alineada exclusivamente con la demanda. Ausencia de programas racionales de siembra.

Así, con la misma agresividad que una acción militar propiamente dicha inflige, pero con estilos más sofisticados, se ha llegado a dañar patrimonios medioambientales de características únicas como el suelo de la Pampa Argentina.

 Apuntando a fines estrictamente económicos,  con la demanda del gigante asiático del cultivo de soja, sin valor agregado en origen, con destino a la fabricación de biocombustibles,  atendiendo exclusivamente a necesidades económicas y en plena desaprensión con las necesidades del suelo,  éste ha sufrido una degradación tal que mi país, el que fuera llamado “granero del mundo” se encuentra inundado y bajo declaración formal de  “emergencia hídrica”[3]; sus  rutas anegadas y muchos de sus  puentes conectores derrumbados, a tal extremo que este aislamiento logístico ha impedido el normal funcionamiento de la industria láctea que frente a la imposibilidad por parte de los tambos de trasladar la producción lechera,  se vio obligada a derramarla ante la imposibilidad de traslado y almacenamiento en origen en debidas condiciones.[4]

En este mismo orden, posteriores Resoluciones del Ministerio de Agroindustria declararon en emergencia ó en su caso catástrofe agropecuaria en las mismas zonas, incluyendo las Provincias de La Rioja y Neuquén.

Una intervención administrativa adecuada, hubiera procurado programas a largo plazo de producción agrícola rentable y sustentable en materia de ciclos del suelo.

Se advierte un efecto dominó degradante, fruto de decisiones sesgadas e irresponsables, en una economía que, por erigir al consumo como un Zeus moderno, atraviesa cualquier otra opción que se presente como camino alternativo, cual un caballo con anteojeras.

5. ESCENARIOS CONTAMINADOS POR ACCIONES DE LA GUERRA EN SU DISTINTAS MODALIDADES.

a) Las aguas.

Cuando se ejercen acciones como las individualizadas en el punto precedente, el agua aparece como el primer elemento a vigilar.

Sin duda que las aguas continentales, padecen los primeros perjuicios de cualquier tipo de acción bélica en cualquiera de las formas identificadas supra.

Ahora bien, remitiéndome específicamente al conflicto que asola a Medio Oriente y norte de África con consecuencias en Europa, ha sido materia de mi especial atención, el tráfico de personas a través de las balsas que, en su mayoría, no llegan al destino deseado: las costas del Mar Mediterráneo Europeo.

Tres operaciones oficiales de la Unión Europea se encuentran focalizadas en el rescate de “balseros”. Algunos de ellos, lanzados por propia desesperación frente a las guerras que los acechan, a pesar de su ajenidad intrínseca; otros, objeto del tráfico de personas y con destino a mano de obra esclava.

a) La operación Poseidón, ubicada en el Mediterráneo oriental desde el 2006 informa haber rescatado hasta el año 2015 33.337 (treinta y tres mil trescientos treinta y siete) refugiados.

b) La operación EUNAVFORD Med Sophia, situada en el Mediterráneo Central Meridional, emprendida en 2015 informa haber rescatado 6521 (seis mil quinientos veintiún) refugiados.

c) La operación Tritón emprendida en 2014 en el Mediterráneo Central informa haber rescatado 13.011(trece mil once) refugiados.

Estos datos oficiales nos informan que más de 50.000 (cincuenta mil) refugiados han llegado a las costas de Europa.

No se cuenta con estadísticas formales respecto de cuántos son los que han quedado en el fondo del mar.

El flujo de refugiados en forma continua desde al menos 2006, sumado al tráfico marítimo de buques comerciales, militares y submarinos en lo que resulta el corazón de Europa y Asia “de Algeciras a Estambul”, nos pone de pie ante una catástrofe.

Me detengo en este punto, y reflexiono en relación a la contaminación de este mar tan emblemático; del mismo que partió Cristóbal Colón para lograr la gesta más trascendente de toda la humanidad.

Cual “baso” entre continentes, alberga en sus aguas todo el tránsito marítimo que se pueda imaginar: barcos factoría, buques militares, transatlánticos. Con mucho acierto el Convenio de Barcelona, ha regulado en la materia haciendo hincapié en los derrames que estos pueden producir. No obstante, el asentamiento de puertos en sus costas es tal, que no hace falta aportar más conceptos para anticipar que la calidad de estas aguas no es apta para el natural desarrollo de su flora y su fauna.

Ahora bien, con el incremento de circulación de embarcaciones oficiales de toda bandera y cualquier naturaleza, me pregunto qué impacto tiene en el presente y como se expondrá a futuro, esta tumba marina en la que se ha convertido.

Escapando de la tentación de la elucubración, los datos oficiales informan que se han rescatado en el período señalado más de 50.000 (cincuenta mil) personas. Se desconoce al menos hasta ahora, cuántas de todas esas expediciones han hallado la muerte en los intentos por la libertad.

En este orden de ideas, impone hacer el ejercicio de imaginar, qué perjuicio hubieran provocado esos más de 50000 (cincuenta mil) que no hubieran sido rescatados y que fueran cadáveres en el fondo del mar.

¿Cuánta capacidad de degradación presenta la fauna y la flora del Mar Mediterráneo para mantener su biodiversidad aun cuando cientos de miles de personas encuentran allí su sepultura?

¿Es el cuerpo humano, la mayor de las veces enfermo y entregado a las aguas con sus vestimentas y demás enseres, susceptible de biodegradación en un mar de estas características, con altos índices de contaminación por derrame de hidrocarburos?

¿De cuántos cuerpos humanos más deberá ser la tumba para convertirse en un hábitat incapaz de sostener su flora y su fauna?

Ante estos interrogantes y en el intento de proponer un ejercicio con algún grado de certeza, he indagado respecto del correcto tratamiento de cadáveres en su calidad de residuo patológico y patogénico, y su adecuada disposición final. El fin consiste en la mínima ponderación del eventual daño sobre ese mar que hoy es concreto, pero aún no ha sido cualificado ni cuantificado.

Para dicha tarea acudí al Manual para el Manejo de Residuos Sólidos Generados en establecimientos de Salud, nacido en el seno de la Fundación Suiza de Cooperación para el Desarrollo Técnico, Swisscontact, de aplicación general en los países de América de Sur.

Seguido se transcribe la clasificación de residuos y el procedimiento adecuado para su tratamiento y disposición final.

1.1.1 Clase A: Residuos Infecciosos Los residuos infecciosos son aquellos que se encuentran contaminados con agentes infecciosos, o que pueden contener altas concentraciones de microorganismos que son de potencial riesgo para la persona que entre en contacto con ellos.

Son generados durante las diferentes etapas de la atención de salud (diagnóstico, tratamiento, inmunizaciones, investigaciones, etc.). Representan diferentes niveles de peligro potencial, de acuerdo al grado de exposición que hayan tenido con los agentes infecciosos que provocan las enfermedades.

Constituyen el 40% del total de residuos generados en establecimientos de salud.

Los residuos infecciosos pueden ser, entre otros: materiales provenientes de salas de aislamiento de pacientes, materiales biológicos, sangre humana y productos derivados, residuos anatómicos patológicos y quirúrgicos, residuos cortopunzantes y residuos de animales. Se clasifican en las siguientes subclases:

Subclase A-5: Cadáveres o partes de animales contaminados

Compuesto por cadáveres o partes de animales de experimentación contaminadas, o expuestos a microorganismos patógenos o portadores de enfermedades infectocontagiosas de laboratorios de experimentación, industrias de productos biológicos y farmacéuticos, y en clínicas veterinarias, o residuos que tengan contacto con estos.

Subclase A-6: Asistencia a pacientes de aislamiento

Residuos biológicos, excreciones, exudados o materiales de desecho provenientes de salas de aislamiento de pacientes con enfermedades altamente transmisibles, así como también a cualquier tipo de material que haya estado en contacto con los pacientes de estas salas.

5.1 Incineración Es un proceso de oxidación térmica, mediante el cual los residuos son incinerados bajo condiciones controladas, para oxidar el carbón e hidrógeno presentes en ellos, destruyendo, por tanto, cualquier material que contenga carbono, como los microorganismos patógenos.

Los gases de combustión son venteados a través de una chimenea, mientras que los residuos convertidos en cenizas son removidos periódicamente para su disposición final en un relleno sanitario o en un confinamiento de seguridad, dependiendo de que sean peligrosos o no peligrosos.

El incinerador deberá disponer de una cámara de combustión primaria y una cámara de combustión secundaria, la primera con temperaturas en un rango de 800 °C a 850 °C, mientras que la segunda cámara, deberá observar una temperatura mínima de 1000 °C

El sitio donde se ubique el incinerador debe reunir las condiciones de seguridad necesarias para evitar riesgos por fugas, incendios, explosiones y emisiones, además de contar con un equipo de extinción contra incendios.

Se pueden incinerar los siguientes residuos sólidos solo en casos especiales de emergencia ambiental o cuando se presente algún evento epidemiológico, que amenaza deteriorar la salud de la población:

Biológico (A-1),

Sangre, hemoderivados y fluidos corporales (A-2),

Quirúrgico, Anatómico, Patológico (A-3),

Cortopunzante (A-4),

Cadáveres o partes de animales contaminados (A-5),

Asistencia de pacientes de aislamiento (A-6),

Residuos farmacéuticos (B-2)

Si no es el caso, invariablemente, estos residuos se controlarán mediante el confinamiento en una celda de seguridad. (El subrayado me pertenece).[5]

Analizando la Legislación Vigente, el Convenio para la Protección del Mediterráneo Contra la Contaminación pone el acento en la polución producida por el tráfico y circulación de buques y naves, y las fugas de hidrocarburos que por su circulación se produzcan. Ahora bien, de su texto reversionado no surge la inclusión de la problemática ambiental aquí señalada con el desmedro que produce la incógnita permanente respecto de las posibilidades de biodegradación de esos cuerpos, en las condiciones descriptas, que tengan las aguas de ese mar.

Siempre se pone el acento en las aguas dulces por su potabilidad; ahora bien, esta alteración permanente que está sufriendo el Mar Mediterráneo, sin duda tendrá su réplica en el Cambio Climático.

He reiterado que este trabajo, vuelca más interrogantes que soluciones que están fuera de mi alcance y mi conocimiento; no obstante, estos interrogantes nacen de una diaria y tangible realidad. Son la madre de una permanente preocupación que intenta sacudir cual ariete, la entelequia creciente de la pretensa “protección al medioambiente”.  

Es hora de aceptar este dilema ambiental; sin dejar de reconocer que este ejercicio intelectual, me deja impotente como minúscula signataria de esta disciplina.

b) La atmósfera.

En el rango de los mayores contaminantes atmosféricos encontramos los “gases con efecto invernadero”, que son aquellos que, si bien integran la atmósfera, y ostentan origen natural y antropogénico, naturalmente absorben y emiten radiación en determinadas longitudes de ondas del espectro de radiación infrarroja. Su natural producción templa la atmósfera haciendo de la tierra un ambiente habitable; su generación por vía artificial se presume que es la causa del aumento de las temperaturas medias globales.

 El vapor de agua (H2O), el dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O), el metano (CH4), y el ozono (O3) son los principales gases de efecto invernadero en la atmósfera terrestre.

 Además, existe una serie de gases de efecto invernadero totalmente producidos por el hombre, como los halo carbonos y otras sustancias que contienen cloro y bromuro, de las que se ha ocupado oportunamente el Protocolo de Montreal.

La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, tomó nota a nivel mundial de la contaminación producida por CO2, N2O, y CH4; así las cosas, su fruto, el Protocolo de Kioto, amplía el baremo y contempla otros gases de efecto invernadero como el hexafluoruro de azufre (SF6), los hidrofluorocarbonos (HFC), y los perfluorocarbonos (PFC).

No voy a ahondar en este trabajo respecto de la contaminación acústica, que, sin perjuicio de reconocer su toxicidad ínsita a la hora de evaluar la calidad de vida de las especies sobre la tierra, representa un coto de mayor posibilidad paliativa en oportunidad de abordar un tratamiento eficaz.

Respecto de los CFC, el Parlamento Europeo ha dictado el Reglamento Europeo 2037/2000.[6]

En el artículo 1 “definiciones”, el Protocolo de Montreal, expone su ámbito de aplicación material de los puntos 4 a 8 a saber:

4. Por “sustancia controlada” se entiende una sustancia enumerada en el anexo A, el anexo C o el anexo E de este Protocolo, bien se presente aisladamente o en una mezcla. Incluye los isómeros de cualquiera de esas sustancias, con excepción de lo señalado específicamente en el anexo pertinente, pero excluye toda sustancia o mezcla controlada que se encuentre en un producto manufacturado, salvo si se trata de un recipiente utilizado para el transporte o almacenamiento de esa sustancia.

5. Por “producción” se entiende la cantidad de sustancias controladas producidas menos la cantidad de sustancias destruidas mediante técnicas que sean aprobadas por las Partes y menos la cantidad enteramente utilizada como materia prima   relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono en la fabricación de otras sustancias químicas. La cantidad reciclada y reutilizada no se considera como “producción”.

6. Por “consumo” se entiende la producción más las importaciones menos las exportaciones de sustancias controladas.

7. Por “niveles calculados” de producción, importaciones, exportaciones y consumo se entiende los niveles determinados de conformidad con lo dispuesto en el artículo 3.

8. Por “racionalización industrial” se entiende la transferencia del total o de una parte del nivel calculado de producción de una Parte a otra, con objeto de lograr eficiencia económica o hacer frente a déficits previstos de la oferta como consecuencia del cierre de fábricas.[7]

En cuanto al Protocolo de Kioto, agrega como substancias generadoras de gases con efecto invernadero, las mencionadas en su Anexo A:

Anexo A

Gases de efecto invernadero.

Dióxido de carbono (CO2), Metano (CH4), Óxido nitroso (N2O), Hidrofluorocarbonos, (HFC), Perfluorocarbonos (PFC), Hexafluoruro de azufre (SF6).

 Sectores/categorías de fuentes

Energía, Quema de combustible, Industrias de energía, Industria manufacturera y construcción, Transporte, Otros sectores, Otros.

Emisiones fugitivas de combustibles

Combustibles sólidos, Petróleo y gas natural, Otros

Procesos industriales

Productos minerales, Industria química, Producción de metales, Otra producción, Producción de halo carbonos y hexafluoruro de azufre, Consumo de halo carbonos y hexafluoruro de azufre, Otros, Utilización de disolventes y otros productos.

Agricultura

Fermentación entérica, Aprovechamiento del estiércol, Cultivo del arroz, Suelos agrícolas, Quema prescrita de sabanas, Quema en el campo de residuos agrícolas, Otros

Desechos

Eliminación de desechos sólidos en la tierra, Tratamiento de las aguas residuales, Incineración de desechos, Otros.

La superioridad y bonhomía de este último frente al precedente, Protocolo de Montreal (1987) y sus subsecuentes Enmiendas de Londres (1990) y Copenhague (1992), se erige substancialmente en la amplitud con la que abarca las actividades agrícolas y las emisiones fugitivas de combustibles, a las que agrega un sugerente “otros”.

En esta instancia, este concepto abierto, que irrumpe con indiscutible bondad ambiental, aun cuando ingresa de lleno en el ril de la discrecionalidad regulatoria, abre una cortapisa sobre la legislación que, hasta su sanción, se refería únicamente sobre aquellas relaciones jurídicas incluidas en el corralito de lo posible y lo legal.

Desafecta ese numerus clausus y permite la introducción de otras actividades que, dependientes de los dictámenes científicos, abre la brecha para ponderar otras actividades no reguladas, pero altamente contaminantes.

Al decir “otros” ha abierto la brecha para que se contemplen las emisiones producto de las acciones bélicas. El desafío lo tiene entonces, la Cumbre que tenga el valor de hacerlo letra propia.

c) Los suelos.

La Unión Europea ha desarrollado una frondosa legislación en materia de protección de suelos, algunas de corte general y otras más específicas de las que podemos destacar:

– Directiva CE de Prevención y Control de la contaminación (1996).

– Directiva de Residuos peligrosos (91/689/CEE).

– Directiva general de Residuos (75/442/EEC y 91/156/CEE).

– Directiva de vertido de Residuos (99/31/CEE).

– Directiva de PCB´s y PCT´s (96/59/CEE).

– Directiva de aceites usados (73/439/EEC y 87/101/CEE).

– Directiva de Envases (94/62/CEE).

– Directiva sobre nitratos (91/676/CEE), sobre la reducción de fertilizantes.

– Directiva de lodos de depuradora (86/278/EEC y 91/271/CEE).

– Directiva de evaluación de Impacto Ambiental (85/337/CEE).

– Directivas sobre Buenas Prácticas Agrícolas (1257/99/CE).

– Directiva sobre Política Agraria Común (1259/99/CE).

– Propuesta de Directiva para la protección de las Aguas Subterráneas frente a la Contaminación (Doc. COM (2003) 550).

– Directiva sobre Responsabilidad Medioambiental en relación con la prevención y reparación de daños medioambientales (Directiva 2004/35/CE).

– Propuesta de Directiva para la protección del suelo (2006/0086 (COD).

Esta última, define en su Anexo II, ANEXO II la “Lista de actividades potencialmente contaminantes del suelo”

1. Establecimientos en los que están o han estado presentes sustancias peligrosas en cantidades iguales o superiores a las indicadas en las partes 1 y 2, columna 2, del anexo I de la Directiva 96/82/CE del Consejo.

2. Actividades enumeradas en el anexo I de la Directiva 96/61/CE del Consejo.

3. Aeropuertos.

4. Puertos.

5. Antiguas instalaciones militares. (El subrayado me pertenece).

6. Puestos de aprovisionamiento de combustible.

7. Instalaciones de limpieza en seco

8. Instalaciones mineras no cubiertas por la Directiva 96/82/CE del Consejo, incluidas las instalaciones de residuos de la industria extractiva, tal como se definen en la Directiva 2006/21/CE del Parlamento Europeo y del Consejo.

9. Vertederos de residuos, tal como se definen en la Directiva 1999/31/CE del Consejo.

10. Estaciones de depuración de aguas residuales.

11. Conductos para el transporte de sustancias peligrosas.

Al referirse a “antiguas bases militares”, contempla los enclaves que se encontraban en la ex Unión Soviética y las naciones asociadas al régimen.

Este, es el primer reconocimiento en referencia a los “pasivos ambientales” que pudieran hallarse por obra de estas actividades. Ahora bien, esta mirada sobre asentamientos militares del pasado, acechan con necedad a las perspectivas ambientales del presente.

En materia ambiental no debe contemplarse como coordenada al tiempo; téngase como ejemplo el incidente de Palomares en Almería en 1966. Los efectos contaminantes una vez asumido el riesgo por las autoridades que negaron la peligrosidad del mismo a una muy asustada población, son monitoreados en la actualidad con justificado celo.

Intentando establecer un parámetro, al momento de determinar los estándares para evaluar la contaminación de los suelos, en la Sociedad Científica en América Latina, se aplica la Lista Holandesa de contaminación.

MedioContaminanteNivelASueloBSueloCSueloAAgua SubtBAgua SubtCAgua Subt.
Plomo501506002050200
Cromo1002508002050200
Niquel501005002050200
Cobre501005002050200
Cinc200500300050200800
Arsénico2030501030100
Cadmio152012.510
Bario200400200050100500
Mercurio0.52100.20.52
Benzol0.010.550.215
Etil benzol0.055500.52060
Toluol0.053300.51550
Xilol0.055500.52060
Fenol0.021100.51550
PCB´s (Totales)0.051100.010.21
Clorofenoles (Total)0.011100.010.21
HC alifáticos (Total)0.177011570
Clorobenzol (Total)0.052200.0215

A: Categoría de referencia (concentraciones de base)

B: Categoría para iniciar una investigación.

 C: Categoría para iniciar una acción de saneamiento. 

En los últimos tiempos hubo muchas discusiones referidas a la utilidad de estos límites. La terminología corrientemente en uso incluye límites umbrales (disparadores de acciones) o límites para acciones de respuesta, los cuales permiten un cierto grado de flexibilidad. Sin embargo, los límites umbrales han sido definidos de manera precisa por la legislación y representan la máxima concentración de un contaminante. Además de estos niveles, existen también los niveles guías, los cuales no son legalmente obligatorios.[8]                         

Cabe destacar que, aun cuando se han elaborado estos informes técnicos, la Directiva 2009/43/CE del Parlamento Europeo y del Consejo, modificada por la Directiva UE 2016/970 de la Comisión, se refiere a la autorización y tránsito de productos destinados a la defensa, lo que incluye en su anexo además del más sofisticado armamento militar, las armas químicas, cuya permisión y regulación amén de contraponerse con lo establecido por la Organización de Naciones Unidas como se verá en acápite posterior, barre de modo fatal toda regulación que se intente en materia medioambiental.

Parecería entonces que, los parámetros del suelo que deben ser respetados a rajatabla por la industria dentro del ámbito de la Unión Europea, sí pueden ser vulnerados en otros países llegando hasta regular el “cómo” con estas normativas.

Pretender que en el mundo hay una sala principal y un patio trasero, podría manifestar una mirada miope y poco eficaz en materia de medioambiente.  Pero… “es lo que hay”.

d) Consecuencias afines a los tres escenarios.      

El planeta conforma un todo; nunca tan verificable eso de “el aleteo de una mariposa puede provocar un ‘tsunami’ al otro lado del mundo”.

Pretender que, el sostenimiento de un conflicto armado brutal en materia ambiental, aun a una distancia de miles de kilómetros no influirá en el corto plazo en nuestro propio equilibrio ambiental es fruto de un voluntarismo que desafía todas las leyes de la naturaleza.

Europa regula a través de sus organismos legítimos el traslado y uso de armas que conceptualiza para la defensa, en la cándida creencia que su utilización extramuros no corroerá sus suelos, no contaminará sus acuíferos, y mantendrá poéticos e inalterables sus mares.

En paralelo, ha dictado una frondosa legislación, apoyada en sólidos informes técnicos, que regula toda actividad humana lícita como la vida diaria, el trabajo, la salud.

Así, se han establecido severas regulaciones urbanísticas, industriales; de tratamiento de residuos, de emanaciones tóxicas, de turismo, y toda actividad originaria del hombre.

A este fenómeno debe agregársele que la normativa ha sido recibida con gran aceptación en otros regímenes como los países latinoamericanos que, hallando su expectativa comercial en el viejo Continente, no cesa en sus esfuerzos por adecuar sus productos a los parámetros de la Unión.

En sentido congruente, se han uniformado los estándares de las ISO. Todo un proceso que entiendo favorable para la preservación del ambiente, y coherente en orden a la premisa que debe imponernos una mirada integradora del planeta más allá de las divisiones culturales y políticas prexistentes.

Ahora bien, otro de los efectos que quisiera analizar es la evaluación de la contaminación intrínseca de los productos, con efecto multiplicador a la hora de su utilización.

La industria automotriz, ha sido muy observada en este aspecto. No sólo se han ajustado los parámetros en el proceso productivo; también se ha trabajado concienzudamente en relación con la injerencia de los gases con efecto invernadero en oportunidad de la circulación de los vehículos.

Pero lo que se elude inexcusablemente, es el análisis de la nefasta repercusión de la producción de armas aun cuando se las adentre en las aguas de la licitud calificándolas como de “defensa”.

 En un establecimiento productor de armas, sí se han regulado como respecto de cualquier otra industria las emisiones, los vuelcos, el tratamiento de los residuos. Ahora bien, no se ha ponderado que, al momento de poner el producto final en uso, el daño ambiental intrínseco que implica su utilización derrota cualquier intento que se esté proponiendo respecto del resto de las actividades comerciales e industriales.

Todas las substancias que se esparcen en un escenario bélico, sea por aire, por razón de impacto de proyectiles y bombas, por utilización de armas químicas, arrasa con cualquier intención y relevancia, que pretenda tener el Derecho Medioambiental.

6. LA PRECARIEDAD DEL DESARROLLO SOSTENIBLE – LA REDEFINICIÓN DE MEDIO AMBIENTE EN LA CUMBRE DE RIO DE JANEIRO +20.

Uno de los discursos más movilizadores que escuché en mi vida, fue el pronunciado por el ex presidente de la República Oriental del Uruguay en ocasión de la Cumbre de Río de Janeiro del año 2012.

Tuvo la cualidad de exponer con inigualable sencillez, la precariedad del paradigma que sostiene nuestra sociedad occidental: el consumo.

Ninguna reflexión como ésta, me ha llevado a concluir, que el concepto rimbombante de “desarrollo sostenible”, no es más que una entelequia en el mejor de los casos, en el peor una burda estafa a nuestras buenas intenciones. Sin duda que el desarrollo y los términos del crecimiento económico tal como están concebidos nunca podrán ser sostenibles; ello so pena de considerar que “desarrollo” y “sostenible” son tan antagónicos que me resulta a estas alturas una atractiva definición de “Green Washing”.

Con la altura de las palabras simples que señalan hechos y situaciones tangibles, me permito citar textual y casi completo el discurso, con la profunda convicción que no merece agregados ni aclaraciones.

“…”

Toda la tarde se ha hablado del desarrollo sustentable. De sacar las inmensas masas de la pobreza.

¿Qué es lo que aletea en nuestras cabezas? ¿El modelo de desarrollo y de consumo, que es el actual de las sociedades ricas? Me hago esta pregunta: ¿qué le pasaría a este planeta si los hindúes tuvieran la misma proporción de autos por familia que tienen los alemanes?

¿Cuánto oxígeno nos quedaría para poder respirar? Más claro: ¿Tiene el mundo hoy los elementos materiales como para hacer posible que 7 mil u 8 mil millones de personas puedan tener el mismo grado de consumo y de despilfarro que tienen las más opulentas sociedades occidentales? ¿Será eso posible? ¿O tendremos que darnos algún día, otro tipo de discusión? Porque hemos creado esta civilización en la que estamos: hija del mercado, hija de la competencia y que ha deparado un progreso material portentoso y explosivo. Pero la economía de mercado ha creado sociedades de mercado. Y nos ha deparado esta globalización, que significa mirar por todo el planeta.

¿Estamos gobernando la globalización o la globalización nos gobierna a nosotros? ¿Es posible hablar de solidaridad y de que “estamos todos juntos” en una economía basada en la competencia despiadada? ¿Hasta dónde llega nuestra fraternidad?

No digo nada de esto para negar la importancia de este evento. Por el contrario: el desafío que tenemos por delante es de una magnitud de carácter colosal y la gran crisis no es ecológica, es política.

El hombre no gobierna hoy a las fuerzas que ha desatado, sino que las fuerzas que ha desatado gobiernan al hombre. Y a la vida. Porque no venimos al planeta para desarrollarnos solamente, así, en general.

Venimos al planeta para ser felices. Porque la vida es corta y se nos va. Y ningún bien vale como la vida y esto es lo elemental. Pero si la vida se me va a escapar, trabajando y trabajando para consumir un “plus” y la sociedad de consumo es el motor, -porque, en definitiva, si se paraliza el consumo, se detiene la economía, y si se detiene la economía, aparece el fantasma del estancamiento para cada uno de nosotros- pero ese hiper consumo es el que está agrediendo al planeta. Y tienen que generar ese hiper consumo, cosa de que las cosas duren poco, porque hay que vender mucho. Y una lamparita eléctrica, entonces, no puede durar más de 1000 horas encendida. ¡Pero hay lamparitas que pueden durar 100 mil horas encendidas! Pero esas no se pueden hacer porque el problema es el mercado, porque tenemos que trabajar y tenemos que sostener una civilización del “úselo y tírelo”, y así estamos en un círculo vicioso.

Estos son problemas de carácter político que nos están indicando que es hora de empezar a luchar por otra cultura.

No se trata de plantearnos el volver a la época del hombre de las cavernas, ni de tener un “monumento al atraso”. Pero no podemos seguir, indefinidamente, gobernados por el mercado, sino que tenemos que gobernar al mercado.

Por ello digo, en mi humilde manera de pensar, que el problema que tenemos es de carácter político. Los viejos pensadores –Epicúreo, Séneca o incluso los Aymaras- definían: “pobre no es el que tiene poco sino el que necesita infinitamente mucho, y desea más y más”. Esta es una clave de carácter cultural.

Entonces, voy a saludar el esfuerzo y los acuerdos que se hacen. Y los voy acompañar, como gobernante. Sé que algunas cosas de las que estoy diciendo, “rechinan”. Pero tenemos que darnos cuenta que la crisis del agua y de la agresión al medio ambiente no es la causa.

La causa es el modelo de civilización que hemos montado. Y lo que tenemos que revisar es nuestra forma de vivir.

Pertenezco a un pequeño país muy bien dotado de recursos naturales para vivir. En mi país hay poco más de 3 millones de habitantes. Pero hay unos 13 millones de vacas, de las mejores del mundo. Y unos 8 o 10 millones de estupendas ovejas. Mi país es exportador de comida, de lácteos, de carne. Es una penillanura y casi el 90% de su territorio es aprovechable.

Mis compañeros trabajadores, lucharon mucho por las 8 horas de trabajo. Y ahora están consiguiendo las 6 horas. Pero el que tiene 6 horas, se consigue dos trabajos; por lo tanto, trabaja más que antes. ¿Por qué? Porque tiene que pagar una cantidad de cuotas: la moto, el auto, y pague cuotas y cuotas y cuando se quiere acordar, es un viejo reumático –como yo- al que se le fue la vida.

Y uno se hace esta pregunta: ¿ese es el destino de la vida humana? Estas cosas que digo son muy elementales: el desarrollo no puede ser en contra de la felicidad. Tiene que ser a favor de la felicidad humana; del amor arriba de la Tierra, de las relaciones humanas, del cuidado a los hijos, de tener amigos, de tener lo elemental.

Precisamente, porque ese es el tesoro más importante que tenemos, la felicidad. Cuando luchamos por el medio ambiente, tenemos que recordar que el primer elemento del medio ambiente se llama felicidad humana.”[9]

7.CONCLUSIONES.

Durante años de trabajo en la problemática ambiental, siempre me ha quedado un sinsabor doble: por un lado, que el sector industrial capaz de generar mano de obra lícita ha sido celosamente custodiado, regulado y en muchos casos castigados por normas que, poniendo como eje la protección del medioambiente, han promovido como contrapartida costos industriales elevados, fruto en mi país al menos de un mero espíritu recaudatorio, y cuya principal variable de ajuste ha sido la mano de obra.

Seguido a este panorama, he visto día a día como distintas actividades del planeta con arrogancia e impunidad, solapadas en pretensas nobles causas, producen minuto a minuto daños en el ambiente cuyo impacto y factibilidad de recomposición siquiera nos animamos a medir.

El fin de toda disciplina humanística desde la economía hasta el derecho es el hombre.

Pero cuando un hombre pierde su trabajo por reformas pro ambientales en su empresa, que imponen avances tecnológicos que ya no necesitan de su tarea, el primer “medioambiente” que se altera es el propio, el del micro mundo de su intelecto y su autoestima; más allá, la estabilidad y armonía de su familia.

En esta línea de razonamiento, me resulta relevante destacar que muchas de las medidas ambientales que afectan a los sectores productivos de actividades lícitas tienen un impacto ínfimo en la contaminación y en el cambio climático, sobre todo cuando se es espectador de los daños ambientales que se han concretado por la implementación de las distintas formas de la guerra que se ha evaluado en el presente.

Situaciones sencillas que no permiten ser admitidas porque nos pondría en ridículo frente a nuestra sistemática negación de la realidad: como el cuento de Hans C. Andersen “El rey desnudo”.

Normas sofisticadas, hijas de ampulosos encuentros; gigantescas estructuras institucionales que no logran tejer un ropaje que vista al medioambiente; el Derecho Medioambiental tal como se lo concibe hoy, está desnudo.

Henos aquí como en la antigua Roma, que subyugó a los bárbaros con su sofisticado diseño jurídico; a mayor cantidad de situaciones inexplicables, mayor cantidad de leyes que intentan explicarlas. El resultado: el imperio se desmoronó al mismo ritmo de las leyes complejas que dictaba.

La guerra en sus distintas versiones, atraviesa toda voluntad ambiental. Los logros a los que hemos llegado no dejan de ser quimeras, dulces ilusiones supeditadas siempre a estos intereses “superiores”.

El símbolo de esta “pandemia” se encuentra a mi criterio en la elección del señor Trump como presidente de los Estados Unidos de América; la razón de cuanto digo aquí y pienso es su postura frente al Cambio Climático y las últimas medidas en rigor del compromiso asumido en París.

Aun con el desvalor que su figura me impone, rescato el sinceramiento de una situación poco grata pero fatalmente tangible. El ambiente como cualquier derecho, irá a la fila tras el coloso de la guerra, en cualquiera de sus manifestaciones.

Para quien pudiera ver en este trabajo una mirada apocalíptica le digo que el saber nos dice cuan ignorante éramos y nos interroga sobre cuanto aún más lo somos.

Los cuestionamientos que impone el conocimiento son las grietas que agitan la caverna donde esperan los pensamientos dormidos, deseosos de ser despertados para consumarse en las voces y luego en los hechos.

Como personas de ciencia, ella nos obliga a ejercer nuestros saberes con sumo compromiso. En tal sentido, alguien lo dijo de forma exquisita y contundente:

“Pocas cosas son tan decisivas en la vida de la humanidad como el servicio del pensamiento, servicio de “hablar” en el más alto sentido de la palabra, consciente como yo de lo que es recurrente en el intento de la historia de “esclavizar” intelectuales de energía y cómo es insidiosa para éstos la tentación de ceder a las formas de conveniencia como “servilismo”. El “servicio del pensamiento” a la que me refiero es esencialmente de los servicios a la verdad. En virtud de este muy alto y exigente ideal, el verdadero intelectual, un peregrino de la verdad, tiene que realizar la conciencia crítica contra toda forma de totalitarismo o conformidad.

Una vocación que su crítica no se opone, por supuesto, a la apertura de usar para la sociedad y sus necesidades. Esta abertura es de hecho indispensable a fin de evitar un narcisismo de pensamiento, de la que derivan fácilmente cierres e intolerancias ideológicas. ¿Cuántas guerras han estallado y cuánta sangre ha sido derramada en nombre de ideologías piensan en la mesa, y no el contacto directo suficientemente humanizado con los hombres, con sus dramas y sus necesidades reales? El pensamiento es el tesoro más grande, sino también el riesgo más grande de la humanidad. Debe ser cultivado con una actitud que no duda en llamar “religioso”: la búsqueda de la verdad, de hecho, incluso cuando se trata de una realidad limitada del mundo y de la historia, siempre se refiere a un “más” que raya en lo trascendente, y es así como es el atrio de acceso al misterio”.[10](El subrayado me pertenece).

Como colofón, cito en esta instancia, las palabras de Juan Pablo II y reflexiono sobre cómo, este Pontífice líder de la Iglesia Católica Apostólica Romana, y el ex Presidente uruguayo José Mujica, ex guerrillero y líder de movimiento Tupamaros; un religioso y un ateo, un pacifista nato y un demócrata converso, cada cual en las antípodas del pensamiento del otro, confluyen en la virtud de las ideas y transitando por escarpados y opuestos caminos, han llegado al mismo punto de encuentro.

Uno, manifestando de forma sencilla la vida del hombre en su ambiente natural; el otro, ocupándose de la responsabilidad que nos incumbe como especie mayor y generadora de consecuencias a la hora de poner a disposición nuestro conocimiento.

No sé si aún puedo brindar mi existencia en los términos que propone don José Mujica, sin embargo, he planteado este trabajo con la convicción de lo “religioso”, que tiene y deviene del conocimiento científico, el que sólo puede expresar su potencia, cuando es habitado por el alma de la verdad, concibiendo como tal todo aquello que es, en contraposición con todo aquello que, diciendo ser, concluye siendo nada.

                                                               Dra. Claudia M. Sambro Merlo.

                                                                        T° 47 F° 715 C.P.A.C.F.

                                                                      T° XXVIII F° 479 C.A.S.I.

                                                                       T° 133 F° 134 Mat. Fed.

Tesis realizada para la Maestría en Derecho Medioambiental y Sostenibilidad  de la Unión Europea de la Universidad Castilla La Mancha III Edición, calificada “Sobresaliente”.

El presente se encuentra registrado ante la Dirección Nacional de Derecho de Autor bajo el RE-2017-30086486-APN-DNDA.

Su reproducción es gratuita siempre y cuando se mencione en la cita al autor; en caso contrario será pasible de las acciones que su incumplimiento genere. 

BIBILIOGRAFÍA.

1. BRION, Jorge y ROSSO Marcelo, “Impactos de Sitios Contaminados – Medidas de Saneamiento” Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Buenos Aires, 1998

2. DANIELE, Nélida Mabel –  Curso Latinoamericano en Técnicas de Remediación Ambiental.  Tema 2: Encuadre Legal de las Actividades de Remediación Ambiental.  AIDIS – 27 al 28 de noviembre de 1998.

3. ELIAS XAVIER – Tratamiento de residuos hospitalarios – Ponencia PAHO.

4. EUROPEAN ENVIRONMENT AGENCY – Medio Ambiente en Europa: segunda evaluación Degradación del suelo (Capítulo 11)

5. FUNDACIÓN BIOQUÍMICA ARGENTINA – Programa de Bioseguridad, Seguridad en Instituciones de Salud y Gestión Ambiental Ing. Horacio Alejandro Meucci.

6.  FUNDACIÓN SUIZA DE COOPERACIÓN PARA EL DESARROLLO TÉCNCO – SWISSCONTACT – Manual para el manejo de Residuos Tóxicos generados en establecimientos de Salud. Impresiones Polígraf – mayo 2003.

7. NORMA TÉCNICA: PROCEDIMIENTOS PARA EL MANEJO DE RESIDUOS SÓLIDOS HOSPITALARIOS (R.M. N° 217 – 2004 / MINSA).

8. RESIDUOS HOSPITALARIOS – GUÍA PARA REDUCIR SU IMPACTO SOBRE LA SALUD Y EL AMBIENTE – Segunda Edición – octubre de 2007. “Salud sin Daño” América Latina – Tamborini 2838 – (1429) Ciudad Autónoma de Buenos Aires – Argentina.

9. SIMPOCIO INTERNACIONAL DE BIOSEGURIDAD Y GESTION INTEGRAL DE RESIDUOS SÓLIDOS – Cochabamba – Bolivia 28 y 29 de marzo de 2006.

LEGISLACIÓN

Se ha consultado toda la legislación citada en el trabajo a la que en honor a la brevedad se remite.

ASEORAMIENTO PROFESIONAL.

 BRION, JORGE. Ingeniero Civil, Hidráulica / Medio ambiente – 1977 – 1984

Posgrado de “ESPECIALIZACION en INGENIERIA SANITARIA” F.I. UBA (1986)

Perfeccionamiento Profesional CARL DUISBERG GESELLSCHAFT (1988- 1989) Rep. Fed. Alemania.

Curso de complementación “Gerenciamiento de Equipos en la Obra” 2007. FI UBA

Docente en la Maestría de Gestión Ambiental ITBA (Instituto Tecnológico de Buenos Aires).

Certificaciones: International Baste Manager ISWA Reg. Number 11 – 111

ISWA International Solid Waste Association, Número de la licencia: Reg Number 11- 111-2004

Subgerente del CEAMSE, Coordinación Ecológica Área Metropolitana- Sociedad del Estado.

GUARDO, Claudio Gustavo – Geólogo.

Consultor en Materia de Gestión e Imagen Ambiental para Actividades Energéticas, Petroleras, Mineras, Industriales, Agropecuarias, Ganaderas y Parques Industriales.

Consultor y Asesor Técnico en materia de Gestión de los Recursos Hídricos.

Asesor y Evaluador de Estudios de Impacto Ambiental de actividades industriales, comerciales y mineras.

Becario de la Fundación ASTRA para el Curso de Postgrado del ITBA.

Asesor de la Comisión de Ecología, Medio Ambiente y Desarrollo Humano de la Honorable Cámara de Senadores de la Provincia de Buenos Aires. (1996 – 1998)

Profesor de Aguas y Suelos en el Programa de Gestión Ambiental I y II de la Universidad Austral.

Profesor de Aguas y Suelos en el Programa de Gestión Ambiental de la Universidad Nacional del Chaco Austral.

Profesor de Prospección Geoquímica Postgrado en Geología Minera en la Universidad Nacional de Buenos Aires

Profesor de Geoquímica Ambiental Postgrado en Geología Minera en la Universidad Nacional de Buenos Aires

Profesor de Hidrogeología Minera Postgrado en Geología Minera en la Universidad Nacional de Buenos Aires.


[1] SUN TZU-  El arte de la guerra. Editorial Troquel – Primera Edición – 1993 – Ediciones “Letra Viva” – Capítulo III – Estrategia Ofensiva. Punto 7. Página 62.

[2] El conflicto acaecido en el teatro de operaciones del Atlántico Sur conocido como Guerra de las Malvinas, respondió a este último motivo. Sugerido por los servicios militares de Estados Unidos, la Junta Militar Argentina evaluó una victoria como una posibilidad de perpetuarse en el poder frente a los reclamos sociales. En su caso y tal como aconteció, la primera ministra de Reino Unido, Margaret Thatcher, reflotó con su victoria, un desempeño muy empalidecido por las medidas económicas que resintieron el empleo. Así las cosas, las naciones aliadas al Reino Unido lograron mayor presencia en esta área estratégica en materia geopolítica.

[3] LEY 27.355  Publicada en el B.O. 17.05.2017-

ANEXO I – ZONAS DECLARADAS EN EMERGENCIA HÍDRICA.

Provincia de Buenos Aires, Catamarca, Corrrientes, Chubut, Jujuy, La Pampa, Misiones, Río Negro, Salta,  Santa Fe.  Y Tucumán.

[4] DIARIO “LA NACIÓN” –  “Productores rurales tiraron miles de litros de leche por no poder sacarlos de los tambos”. 14.07.2017 .

http://www.lanacion.com.ar/2042999-productores-rurales-tiraron-miles-de-litros-de-leche-por-no-poder-sacarlos-de-los-tambos (Fecha última consulta – 16.07.2017)

[5] Manual para el Manejo de Residuos Sólidos Generados en Establecimientos de Salud – Swisscontact – Copyright2002 – Fundación Natura – Impresiones Polígraf – mayo de 2003. Página 47.

[6] SÍNTESIS.

El Reglamento (CE) nº 2037/2000 deroga el Reglamento (CE) nº 3093/94 del Consejo relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono a fin de adaptar el régimen comunitario a los avances técnicos registrados desde la adopción de dicho Reglamento, así como a los cambios introducidos en 1995, 1997 y 1999 en el Protocolo de Montreal relativo a las sustancias que agotan la capa de ozono. Al establecer medidas de control más estrictas que las previstas en el Reglamento (CE) nº 3093/94 y en el Protocolo de Montreal, tiene en cuenta la disponibilidad cada vez mayor de productos de sustitución de las sustancias que agotan la capa de ozono.

[7] Queda expuesto que toda la normativa se circunscribe al ámbito de lo que refiere a industria lícita. Todo cálculo o estadística que se establezca al respecto se ensaya sobre el sector regulado en forma oficial.

[8] Ing. BRION JORGE y ROSSO MARCELO – Impacto de los Sitios Contaminados – Medidas de Saneamiento. Trabajo presentado en la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional de Buenos Aires. 1998

[9] MUJICA JOSE, Conferencia de Naciones Unidas para el Desarrollo Sustentable, Río +20 – 20 de junio de 2012.

[10]   JUAN PABLO II – VIAJE PASTORAL en Lituania, Letonia y Estonia, a los representantes del Mundo Académico y de la cultura en la Universidad de Riga (Letonia) – jueves 9 de septiembre de, de 1993.

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